Carrera de Indias

Cómo España conectó el mundo con la primera globalización.

 Tres continentes en tres siglos de comercio revolucionario y global.

Legado Hispánico se complace en presentar la Carrera de Indias: un diseño con el que buscamos rendir homenaje al hecho excepcional que logró erigir a España como pionera en la globalización.

Diseño de la Carrera de Indias

La Carrera de Indias es el nombre con el que se conoció durante siglos a la empresa logística mediante la cual, España, podía mantener un tráfico permanente con los virreinatos de ultramar cerrando un circuito comercial sin precedentes en la historia.

A tal efecto se creó en 1503 el organismo que, en adelante, se encargaría de centralizar la operación transcontinental: la Casa de Contratación.

Esta entidad creada por real decreto de la Corona  tuvo origen en Sevilla, trasladándose a Cádiz en 1717. Ocupó primero las Atarazanas e inmediatamente después el Alcázar Real. 

Su nombre oficial y primigenio fue Casa y Audiencia de Indias y sus primeras leyes regulatorias se expidieron desde Alcalá de Henares. 

En apenas cinco años ya se había diseñado un completo y muy novedoso corpus mediante el cual regir mercaderías, aprovisionamiento de flotas, horas de trabajo o los sueldos de las tripulaciones. Además, aquel lugar, era el centro de formación para pilotos y oficiales de alto rango (Vespucio o Caboto, Chaves), siéndole encomendado igualmente todo lo tocante al tráfico migratorio y gestión de bienes para los fallecidos en el Nuevo Mundo. Con el paso del tiempo este organismo ostentó cuerpo eclesiástico y cárcel propia. 

Cabe mencionar que, desde 1543, Sevilla también albergó una segunda Administración con autonomía respecto a la Casa de Contratación: el Consulado de cargadores de Indias o Mercaderes, espacio que tenía prerrogativas para aplicar jurisdicción civil sobre sus miembros para dirimir disputas mercantiles y que se sufragaba mediante el impuesto de avería (1% del valor de las cargas). Su corporativismo gestó la Universidad de Mareantes (luego conocida como Real Colegio de San Telmo).

Reales atarazanas de Sevilla

Pocos años después del Descubrimiento, la Corona liberalizó el comercio, guardándose para sí un tanto por ciento de las ganancias y pasando a montar el engranaje del enorme conector imperial que iba a provocar la llegada permanente de metales y exotismo burgués a toda Europa. Su estructura nuclear estaba compuesta por dos convoyes de naves que combinaban la marina mercante y la marina militar: las llamadas flotas de Nueva España y galeones de Tierra Firme. 

Las flotas unían España con el virreinato de México, en tanto que los galeones terminaban su rumbo en Panamá y Nueva Granada (Colombia), conectando así con el epicentro del virreinato del Perú. Una vez cargadas las remesas de ultramar, los convoyes partían juntos desde La Habana para regresar a España. A esto hay que sumar el hecho de que, a partir de 1576, se unió un vector que consolidó el circuito globalizador: el galeón de Manila. Esta nave, que anclaba en Acapulco desde Filipinas y desde donde se trasvasaba su carga a Veracruz, llevaba en sus bodegas productos de China, Japón, Corea, India, Vietnam, Laos, Camboya, India y Arabia.

No podríamos hablar de la Carrera de Indias sin mencionar al que, muy posiblemente, fue su gran hacedor: Pedro Menéndez de Avilés; hombre fuerte de Felipe II que fue, igualmente, adelantado de La Florida y fundador de la primera ciudad en los actuales EEUU: San Agustín.

Viñeta de la Carrera de Indias

Para llevar a cabo esta colosal empresa, se hubo de contar con la tecnología más vanguardista del momento. Una tecnología que tuvo en los galeones su punta de lanza. Estas naves fueron las máquinas de comercio y guerra más importantes de toda la Edad Moderna por encontrarse su operatividad en el grueso de la misma. De su evolución nacerán, ya en el s.XVIII, los navíos de línea, barcos que representarán el cénit de la navegación a vela.

En cuanto a los productos gastronómicos que vinieron de América gracias a la Carrera de Indias podemos mencionar, entre otros muchos: el cacao, la vainilla, el pimiento, el maíz, la piña, el tomate, la patata o el pavo. Amén de especias servidas desde Asia.

En lo tocante a materiales: plata, perlas, múltiples gemas (esmeraldas o rubíes), seda, tabaco, maderas, tintes, cueros y un largo etcétera.

``La Carrera de Indias fue el sistema arbitrado por la Monarquía para mantener las comunicaciones y el monopolio comercial con sus posesiones ultramarinas. No hay parangón posible con otras realidades contemporáneas``.

Enrique Martínez RuizLa flota de Indias

El diseño

Este diseño, con una clara evocación (por forma, trazo y color) a los dibujos de La Cartuja es un muy especial tributo a la ciudad de Sevilla. Ciudad que durante dos siglos ostentó el monopolio del comercio con América y Asia, hasta pasar la Casa de Contratación a Cádiz, con la dinastía Borbón. 

Una urbe marinera, muy naval y cuyo río, cabeza y apéndice del vasto Atlántico ibérico, lleva a gala ser depositario de millones de anhelos aventureros y testigo de miles de empresas que cambiaron el orbe. 

El centro compositivo lo guía una nao navegando a toda vela, con proa al infinito. A su derecha, la Torre del Oro, seña identitaria de la historia sevillana y de su idilio con la mar. A la izquierda, la traza de una fachada arquetipo de las catedrales que España levantó a lo largo y ancho de América. Y sobre los tres elementos, el quetzal: ave de poderoso simbolismo para un sinnúmero de pueblos prehispánicos. La creatividad se encinta sobre un lecho en el cual se mezcla el oleaje con las hojas del trópico caribeño.

Este diseño está dedicado a Ricardo, cuyo proyecto, “Mucain, el museo de la carrera de Indias”, esperamos siga creciendo hasta ver un verdadero espacio físico, dinámico y de puesta en valor sobre una empresa excepcional en la historia de la humanidad.

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