Ciencia, descubrimientos y un futuro sobre el que hacer pivotar una economía global.
Desde Legado Hispánico, nos enorgullecemos en presentar el diseño dedicado al Galeón de Manila: la nave cuya ruta unió tres continentes dando así comienzo, de un modo realmente extraordinario, a lo que hoy día conocemos como globalización.
El contexto:
Hace poco más de 450 años, el 8 de octubre de 1565, la nao San Pedro, pilotada por Andrés de Urdaneta, llegaba a Acapulco tras haber partido tiempo antes de la muy paradisiaca Manila, en el archipiélago asiatico de las Filipinas, bautizadas así en honor a Felipe II. En aquella fecha se completaba el Tornaviaje (30.000 km de ida y vuelta)
y España lograba abrir así una segunda ruta que, sumada a la Carrera de Indias, transformaría para siempre la concepción social, cultural y religiosa del Mundo a través del comercio.
El primer barco que cursó la ruta en línea regular al año siguiente del Tornaviaje fue el San Jerónimo teniendo fondeaderos principales en Cavite y Cebú (dentro del área asiática) y Puerto Navidad, en América. Se empezó poniendo en servicio naves de 300 toneladas y llegaron a servir en aquella singladura buques con una cifra media de desplazamiento de más de 1500.
La estela de esta enorme aventura humana comenzó poco después de 1492, cuando nuestro País llegó a América y se vio la pronta e intensa necesidad de encontrar un paso al Pacífico. Un hito que dio Balboa, cruzando por tierra el istmo de Panamá y, pocos años después, navegando, la flota de Magallanes-Elcano, a la que siguieron exploraciones como las de Jofre de Loaísa o Álvaro Saavedra.
Tal empeño por ceñir la sugestión de Oriente con América nos habla de un puntal tecnológico sin parangón y, por ende, de un conocimiento científico apabullante; nos habla, asimismo, del valor, la entrega y la pericia de los hombres que tripularon aquellas naves y nos habla, como no puede ser de otra manera, de exotismo, diplomacia, tesoros de ensueño, ciudades increíbles y peligros de todo pelaje.
El Galeón de Manila: más que un barco, mucho más que una ruta. Un impacto social, económico y espiritual jamás igualado.
El diseño:
Como elemento nuclear de la composición, se puede observar el arquetipo de bajel que cubrió la ruta regular de Manila durante la vigencia del Imperio Español, o sea, hasta los albores del s.XIX. Nos hemos decantado por plasmar el barco en su forma de galeón por ser el icono romántico por antonomasia pero, cabe recordar que, previo al desarrollo de este fastuoso y bellísimo buque de carga y guerra transoceánico, el viaje lo hacía una nao y, a partir de la centuria dieciochesca, un navío de línea.
En el diseño, se le representa con el trapo parcialmente desplegado y enarbolando a popa la enseña con el aspa de borgoña.
Sin duda, eran estos barcos los protagonistas indiscutibles de esta apabullante empresa, que llegaban a Oriente con plata virreinal, así como una vasta variedad de objetos litúrgicos ligados a las diferentes órdenes que buscaban establecer un puente evangelizador en Asia, muy especialmente la de los Agustinos.
Ornamentando los flancos del galeón y, a modo de soporte en el bajo vientre de la nave, soportándolo a modo de exvoto trascendente y cuasi místico, presentamos un dragón; animal mitológico de gran parte de Asia aunque con principal arraigo en China.
Desde un principio, los productos transportados por esta nave superaron, con mucho, la propia geografía del archipiélago filipiino, dando cabida a una inmensidad de manufacturas niponas y, muy especialmente chinas, por la enorme seducción que éstas despertaban tanto en los virreinatos americanos como en la propia Europa. Muy pronto y, gracias a la “Nao de la China”, como se conocía en México (y así figura en el encintado), marfiles, sedas, especias moluqueñas, recetarios de cocina, porcelanas, lacas, madreperlas o biombos, inundaron los hogares más pudientes de Occidente.
Como bien se puede observar, estos elementos quedan adheridos como un feliz decorado teatral gracias al marco que propicia el famoso mantón de Manila dispuesto a modo de cortina escenográfica. En el caso del diseño, lo ilustramos rematado por la corona española, a cuyos lados figuran caracteres chinos cuya traducción es “comercio global”.
La historia de esta exquisita prenda del vestir femenino tiene su procedencia en la región china de Cantón, muy famosa por sus bordados en seda. En principio, estaban realizados con tejido marrón y técnica de ala de mosca. Entre los motivos decorativos netamente asiáticos estaban las flores de loto, las pagodas o los dragones; con el paso del tiempo, esos dibujos entelados se fueron mezclando con rosas o claveles, tema más del gusto en España y su legado ultramarino.
Libros sobre el Galeón de Manila
Recomendaciones sobre la que fue la primera globalización de la historia.