Descubridor de La Florida
Presentamos el que es, hasta la fecha, nuestro diseño más cinematográfico: Ponce de León y Miami. Quizá, una creación solo igualada en fondo y forma por la de los Espías de Felipe II, cuya narrativa visual evoca un póster de cine predestinado a estrenar en pantalla grande una película plagada de estrellas.
El diseño y su contexto.
En este caso, dividimos la ilustración en dos partes claramente diferenciadas, edificio y galeón, en las que la geometría vertical en su centros ejerce de parteluz para ambos dibujos, los cuales pasamos a desarrollar:
El galeón, con la vista de popa en el lado derecho del diseño, hace referencia neta al viaje que hasta Florida llevó a Juan Ponce de León (Santervás de Campos, Valladolid); descubridor de la península en 1513.
Ponce llegó a América y, más concretamente, a las cristalinas aguas del Caribe en el segundo viaje de Colón. Dio el gran salto a los actuales Estados Unidos, primero desde La Española y luego desde la isla de Borinquén (Puerto Rico); para explorar al norte de Cuba la tierra de Bimini, mediante real cédula del rey Fernando y el visto bueno del gobernador Nicolás de Ovando, a quien había de rendirle cuenta directa, aunque este último fuera reemplazado poco después por Diego Colón.
“Ponce de León es el germen de una implantación apasionante en el ulterior desarrollo de Estados Unidos. Europeos, nativos y africanos tejieron un tapiz cultural sin parangón.”
Entre los tres crearon una Sociedad para explorar aquella nueva tierra ya que nuestro protagonista, a pesar de tener una más que acomodada posición social y rica hacienda, tenía un carácter emprendedor muy propio de las primeras olas de los castellanos que se lanzaron a ultramar.
Así las cosas, a comienzos de 1513 el español tenía preparadas dos naves para la expedición: la Santiago, pilotada por Antón de Alaminos y capitaneada por Diego Bermúdez; y la Santa María de la Consolación, al mando de Juan Bono de Quejo. Poco después se les une Juan Pérez de Ortubia en un pequeño bergantín. Alaminos, por cierto, pasará a la historia por descubrir la Corriente del Golfo durante el viaje.
La flota desembarcó un 8 de abril de 1513 en algún punto intermedio de la actual costa del Cabo Cañaveral, en lo que se creía una isla y en Domingo de Resurrección, día de la Pascua Florida. De ahí el nombre dado a la famosa península.
Como en muchos otros relatos de la Conquista, se narra que el motor del viaje hasta La Florida bien pudiera haber sido la famosa Fuente de la Eterna Juventud, cuyo sustrato real inmediato habría de buscarse en las crónicas que los indios (taínos en su mayoría) contaban a los españoles en sus navega-ciones por el canal de Bahamas. No obstante, el mito de la fuente data de los tiempos de Alejandro Magno y había pervivido en España en tiempos de Ál-Andalus.
Claro que se buscaba gloria y fortuna. Pero las razones capitales que empujaron a Ponce de Leon a embarcarse rumbo a lo desconocido, a pesar de sus raíces de honda dignidad en nuestro país, fueron el honor y la sed de conocimiento; así como el reco-nocimiento de su señor natural, el rey Fernando, a una condición de fé inquebrantable en sus servicios.
En La Florida la expedición se topó con nativos fuertemente hostiles, lo que obligó a una prudente retirada con la idea de regresar con mayores efectivos y tomar el control. El segundo intento, ya en 1521, tampoco fue halagüeño, falleciendo el propio Conquistador en la jungla por el veneno de una flecha que le impactó (según diferentes fuentes) en un muslo o el hombro.
Con la llegada de Ponce de León a la Costa de Florida, España adelantaba casi en 110 años su presencia en Norteamérica a los puritanos del Mayflower. Cuatro generaciones, nada menos.
Continuando con el desarrollo del diseño, se puede observar en el lado izquierdo un edificio arquetípico del Art-Déco (o Tropical-Déco) de Miami. Un estilo arquitectónico propio de los años treinta que brotó con enorme preponderancia en paseos como Ocean Drive, jalonando de impronta la ciudad y erigiéndose casi en un símbolo, no ya de la urbe, sino del Estado de Florida.
En torno a este tipo de arquitectura, a los pies de la corriente del Golfo, se creó una amalgama social con la inmigración hispanoamericana como punta de lanza, que terminó por dotar a ese área urbana de un carácter difícilmente igualable. Por eso lo hemos escogido como contrapeso contemporáneo al galeón.
Es importante reseñar que Miami no fue una fundación de Ponce de León, pero él sí fue el primer europeo en avistar su área geográfica cuando navegaba por la laguna de Bahía Vizcaína; un enorme estuario donde desagua el río Miami y en el cual, nuestro protagonista, entabló contacto tanto con los nativos Tequesta como con los mayaimis, pueblo que como bien se intuye, dio denominación a la posterior metrópoli que hoy todos conocemos.